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Aquel lugar es testigo de lo incansable y persistente que puede llegar a ser el deseo, testigo de bastas reverencias y miradas de conspiración.

¿Quieres saber lo qué haré? Volveré, volveré con un ejercito de razones invisibles, intachables, tatuadas en hojas de papel, las leeré, las gritaré si hace falta, todas y cada una de ellas...razones por las que luché, por las que no perdí, gané, gané la lección necesaria para saber que quizás nunca me vuelvas a querer. Y cuando termine, las quemaré...las dejaré arder hasta que se consuman, hasta que de ese fuego queden cenizas.

Me quedaré mirando como todos mis anhelos, todas mis esperanzas, todas y cada una de ellas se las traga el fuego, me tumbaré en aquel banco, sola, mirando al cielo estrellado, recordando, recordándote y me iré.

No para siempre, nunca para siempre, a los 9 días resurgiré de mis cenizas, no para implorarte, no para quejarme, ni si quiera para llorarte. Para volver a amarte, para sonreírte, para despedirme y con ello destruirme.